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Murió Jean-Luc Godard, el último revolucionario del cine

Tenía 91 años y deja un legado único, marcado por la vanguardia y la pulsión rupturista. Su último trabajo es de hace solo cuatro años. Recorremos la filmografía del gran rebelde que dio la pantalla grande, un tipo que cambió todo y no se conformó con eso.

Jean-Luc Godard hace unos pocos años
Jean-Luc Godard hace unos pocos años

Nació y murió en Suiza pero fue más francés que la Torre Eiffel. París fue su hogar durante la mayor parte de su vida, su lugar de discusión permanente, la cuna de sus obsesiones y sus logros. Jean-Luc Godard se fue a los 91 años y deja un legado único e irrepetible. De crítico de cine a líder de la Nouvelle Vague y faro de cineastas alrededor del mundo, ayer, hoy y siempre.

La noticia del fallecimiento del cineasta nacido en diciembre de 1930 fue informada por el medio Libération, que supo ser uno de los más referidos por el director, a veces con elogios, a veces con críticas furibundas. Más tarde, por otros medios, pudo saberse que su muerte fue a través de una eutanasia asistida. No puede llamarnos la atención que uno de los cultores de la idea que indica que no se puede ser optimista si se cuenta con información de lo que a une lo rodea haya elegido suicidarse, aunque lo haya hecho de la forma legal.

"Estaba agotado", señañaron desde su círculo más íntimo.

"Masculino, Femenino", un (otro) clásico moderno de Jean-Luc Godard

El cine de Godard explotó ya con su ópera prima (luego de tres cortometrajes que adelantaban por donde iba la mano), en 1960, con À bout de souffle ("Sin aliento"), opus protagonizado por un jovencísimo Jean-Paul Belmondo y la malograda Jean Seberg.

Sin aliento
Sin aliento

El blanco y negro casi militante, en medio del crecimiento constante del color con el que la industria del cine venía expandiendo fronteras desde hacía algunos años, fue una de las marcas iniciales de JLG, que por entonces, además de ponerse detrás de la cámara, también militaba en lo más lúcido de la intelectualidad cinéfila desde las páginas de Cahiers du Cinéma, fundada una década antes por André Bazin y otras cabezas irrepetibles.

Godard recargado: apuntó a la presencia de Zelenski en Cannes

Ahi hay otra marca de autor: el salto de la teoría a la práctica en Godard fue más que un quiebre, ya que la trayectoria del paso de la crítica a la acción fluyó como lo hicieron las tramas y no-guiones de muchos de sus films. Porque Godard, en casi toda su obra, filmó sin guion, al menos sin guion tal como pensamos y concebimos un guion. El tipo iba con algunas ideas anotadas a mano en una libreta o cuaderno y se lanzaba a la faena. 

Una mujer es una mujer
Una mujer es una mujer

¿Se puede resumir en un artículo la filmografía de quien dirigió más de un centenar de largometrajes y cortos? La respuesta es tan obvia como lo predecible que era su impredecibilidad. A su primer largo le sucedieron, en tan solo un lustro, 8 largos y 8 cortometrajes (algunos de ellos, a su vez, partícipes de largometrajes corales). 16 piezas fílmicas algunas de las cuales son clásicos del cine francés y del universo todo: Une femme est une femme (Una mujer es una mujer, 1961), Vivre sa vie: Film en douze tableaux (Vivir su vida, 1962), Le mépris (El desprecio, 1963), Alphaville, une étrange aventure de Lemmy Caution (Alphaville, 1965). 

Cuatro de los títulos recién mencionados tienen una característica central para toda la primera etapa del director: la presencia de Anna Karina, su actriz fetiche y quien fue su pareja durante casi dos décadas, hasta 1979.

Alphaville
Alphaville

Una de las motivacioes del joven Jean-Luc a fines de los 50s y con un envión que le duró décadas, fue la de destruir el cine tal como parecía haber quedado formateado por Hollywood. Y también tenía para repartir en relación a los tótems europeos. En los iniciáticos 60s Godard decía en los intertextos (orales o escritos) de sus films que había que dejar atrás la estela de "los dioses del cine francés". Él era lo nuevo y su ego apuntaló la genialidad de lo que se veía en pantalla. Era el cine parisino de una larga previa del Mayo Francés. Lo que ocurrió en 1968 en las calles de la capital gala parece haber sido, en parte, la germinación de las semillas de una anarquía dirigida, apuntada en cuadernos pero que, de forma paradojal, obró como guion de la revuelta juvenil del ´68.

Entre lujurias y represión Godard siguió haciendo cine y el mayo revulsivo de París sumó proteína a su militancia, que por entonces ya enfilaba al maoismo y derivó en lo que se conoce como, precisamente, etapa Mao del realizador. Allí se inscriben títulos como La chinoise (1967), que analizaba en pantalla el maoismo a través de un grupo de jóvenes atraidos por la lucha armada y Loin du Vietnam (1967), trabajo de varios directores en torno a la situación en el país asiático. Pero algo había ya de todo eso en el brillante cruce intelectual, amoroso y con debate de género Masculin Féminin (Masculino-Femenino, 1966, del que participa Jean-Pierre Léaud, actor ícono de Godard y de Truffaut) y, aungue de forma más sutil, en la comedia Made in USA (1967).

Fue una década incomparable la que atravesó Godard en los 60s; fue la que estableció toda una forma de ver, pensar y hacer cine, de plantarse frente al dispositivo cultural y enfrentar sus enclaves más conservadores a fuerza de talento, garra y pasión. 

Los años que siguieron encontraron a ya maduro realizador (¿cuántos grandes nombres del cine han parido la cantidad de títulos que parió el parisino?, ¿cuántos lo hicieron siguiendo semejante línea de bienvenida (in)conducta?) dando otra vuelta de tuerca, una que lo hizo profundizar en obsesiones y formas de contar. Vale apuntar en este segmento de su obra films como Tout va bien (Todo va bien, 1972, con Jane Fonda, fan de la Nouvelle Vague), donde un grupo de trabajadores toman una planta y secuestran a su patrón, o Comment ça va? (1976, codirigida con Anne-Marie Miéville), que ubicaba la historia en un medio de comunicación donde se instala una discusión editorial que hoy suena a utopía progresista.

Los 80s ya no fueron los años de Godard pero el director se ocupó de seguir en el primer plano del debate cinéfilo con títulos como Passion (Pasión, 1982, con Isabelle Huppert) y Je vous salue, Marie (Yo te saludo, María, 1985), que gira en torno a una estudiante secundaria que queda embarazada sin haber tenido relaciones sexuales, trabajo que causó revuelo en todo el mundo por su desfachatez anti eclesiástica.

A través de declaraciones, charlas magistrales, entrevistas de colección y, por supuesto, mucho más cine, las últimas décadas del realizador franco-suizo siguieron ubicándolo en el imaginario colectivo del cine arte y la rebeldía militante. Así es que sus últimos trabajos apostaron a una radicalidad aún mayor en términos estéticos y constantes ajustes a su mirada del mundo y el arte. Film Socialisme (2010), Adieu au langage (Adiós al lenguaje, 2014, ¡en 3D!) y Le livre d'image (El libro de imágenes, 2018, que en Argentia se estrenó vía Netflix) conforman un tríptico perfecto, un cierre a la altura del mito en el que el autor se da el gusto de plantear sus viejas y siempre renovadas obsesiones: las relaciones humanas, la injusticia, la desigualdad. Y la imagen, siempre la imagen. Siempre el cine. Siempre Godard.



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