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Lollapalooza es la gran bestia pop

El cierre con Billie Eilish fue lo más impactante de todo el festival y ni siquiera tuvo una espectacularidad arriba del escenario porque era solo ella y dos músicos más: no tuvo grupo de baile, ni outfit súper producido. Era ella, su gorrita de Jordan y una gran masa de gente que no paró de cantar y saltar. Pero antes de ella (y después, con la yapa de los otros escenarios) todo fue una fiesta pop que merece párrafos especiales.

No importa si tiene un sonido más punk o reguetón. Si es un hit que escuchamos en la radio del supermercado cuando fuimos a comprar lavandina o si se trata de una canción que no conocíamos ni por casualidad. Si la banda montó toda una escenografía espectacular o si estaba una cantante sola con camiseta de fútbol americano y nada más. Todo (absolutamente todo) lo que vimos en el festival fue un catálogo pop. Lollapalooza es la gran bestia pop, la que convoca cien mil personas por día, la que sacude a la ciudad por tres días y su octava edición en Buenos Aires nos dejó varias postales para el recuerdo. 

En la primera jornada del viernes tuvimos dos noticias importantes para la escena nacional: el debut de Vida Spinetta, hija de Dante y nieta del prócer Luis Alberto, y el renacimiento de Tan Biónica. Pero, también, contamos con los imponentes shows de Rosalía y Drake, además de los locales Trueno y Marilina Bertoldi. La vara había quedado alta y el segundo día no se quedó atrás: todo se volvió más rockero y Jane's Addiction se lució con un sonido perfecto mientras caía el sol y el predio del Hipódromo de San Isidro nos daba su más bella postal.

La banda de Perry Farrell, fundador y organizador del Lollapalooza, fue prácticamente un viaje en el tiempo porque estuvieron impecables en lo musical, como inoxidables, pero también porque algunas cuestiones de su elección artística (como la cosificación de las mujeres mediante una performance de danza sacada de Moulin Rouge) parecieron fuera de contexto y alimentaron a un lugar común de las viejas bandas de rock. Otro gran momento de ese segundo día fue el show de Tweenty One Pilots, quienes entraron a último momento en el lineup ante la lesión de uno de los Blink 182 que provocó su baja del festival. 



Algo que estuvo presente en los dos primeros días pero que casi no se notó en el tercero fue el insistente guiño mundialista con looks construidos en celeste y blanco y el varias veces citado el "Muchacos", de La Mosca. Las casacas con el 10 de Messi estuvieron más presentes arriba de los escenarios que abajo porque el público se súper produjo con glitter o se abrazó a las tradicionales remeras rockeras. 

La vuelta al mundo promovida por una marca de cerveza y los arcoiris gigantes del festival son solo ejemplos de lugares "aesthetic" que eligen jóvenes y no tan jóvenes para hacer fotos y reels. Había familias enteras y sus pibis pasaban del espacio Kidzapalooza (donde había no solo shows para las infancias sino también talleres y juegos) a escenarios centrales donde estaban sus ídolos e ídolas. 


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El tercer día de festival arrancó con la amenaza de un gran temporal (tras dos días de calor agobiante) pero si bien hubo un momento en el que todo se puso negro, sólo hubo una demora de casi 20 minutos y la grilla siguió adelante. Hubo varios momentos destacados, como la presentación de María Becerra y el espectáculo súper producido de Lil Nas X, pero sin lugar a dudas lo más importante fue el show de Billie Eilish

Si hacemos memoria, la joven británica iba a tocar tres años atrás en Buenos Aires pero la pandemia frenó todo y su gira quedó suspendida. Por eso lo que pasó este domingo en el Lollapalooza se convirtió en un momento histórico para sus fans: fue el debut oficial de Billie Eilish en la Argentina.

Ella fue la encargada de cerrar el escenario Flow (empresa que transmitió por TV los distintos recitales y que acompañó a la productora DF y a Perry Farrell en la organización de todo el evento). Billie utilizó una rampa gigante, mucha sincronización de luces y una pasarella para caminar. Es más, casi ni utilizó pantallas para proyecciones, solo insertó algunas imágenes de videos y apeló a la interacción con el público de manera directa. Arriba del escenario la acompañaron su hermano y fundamental socio musical Finneas O´ Connell, quien se multiplica en escena entre los teclados y programación, las guitarras y los bajos; y un baterista. 

Las pistas, que no solo eran de instrumentos sino también de voz, afianzaron algo que estuvo presente durante todo el festival: el espectáculo pocas veces ofrece performances 100% en vivo y en directo. Solo algunas bandas como Jane's Addition no se alimentaron de cosas pregrabadas como el de Billie o el de Melanie Martínez el día anterior (quien al mejor estilo Björk se súper produjo y no dejó ver siquiera su cara debajo de una máscara gatuna que se robó todas las miradas).

Billie entró con un poderoso salto y logró meter un set que si bien estuvo lleno de intensidad también contó con momentos íntimos ante una multitud que fue, posiblemente, la más grande de toda esta edición del Lollapalooza. "Estoy feliz, fue increíble", decía una adolescente tras el recital que dejó todo servido para que la fiesta electrónica de Skrillex y Claptone sea la que cierre la persiana hasta la próxima edición del festival al que todo el mundo quiere ir. 

 

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