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La fotógrafa argentina más buscada por sus fotos misteriosas

Día a día Inés White atrae a sus seguidores posteando imágenes sorprendentes. Entrevistada por Infonews contó su atrapante química y dio consejos para "fotear" en las vacaciones.

Un par de ojos muy entrenados. Una mujer dispuesta a todo. No se deja atrapar por las ideas fáciles ni el uso de ciertas herramientas de la tecnología del momento.

Fuimos al interior amoroso de esta artista de la fotografía analógica, de imágenes poéticas y amante de una construcción con “toma directa”. 

Nuestro diálogo con la artista de la galería Rubbers, además recorre la historia de la fotografía argentina, internacional y el rol de las artistas.

INFONEWS: ¿Las mujeres fotógrafas son ahora menos ninguneadas? ¿Qué cambió?

Inés White: No, nada cambió, porque las grandes mujeres fotógrafas han existido siempre y han tenido su lugar, siempre tuvimos nuestra energía muy alta, de ninguna manera podemos decir que hemos sido desvalorizadas. Tenemos grandes celebridades, por ejemplo, la gran documentalista Dorothea Lange. También Cindy Sherman, en la postguerra, la retratista Annie Leibovitz. En Argentina, Annemarie Heinrich y Grete Stern, con sus novedosos fotomontajes. Hay una continuidad. Reitero, para mi nada cambió.

IN: ¿El uso del celular para sacar imágenes es positivo?

I.W: Si, en mi caso es importante porque como trabajo con toma directa me permíte la espontaneidad que busco y que experimento en mi serie Encuentro, que publico en Instagram. Decía el músico brasileño Vinicius de Moraes que la vida es una serie de encuentros, y por mi parte prefiero un buen encuentro a una cita, porque detrás de un encuentro siempre hay algo para descubrir y también para preguntarse un por qué para mi filosofía de vida, no hay nada que sea casual. Cuando hice la serie “Plumas Urbanas” empecé con el celular, porque vi las plumas que se iban balanceando en la espalda del plumerero, ¿eran las cholas urbanas, sus colores y movimientos? Y saqué las primeras fotos. Después seguí trabajando con la cámara y fue el adelanto para dicha serie que resultó muy interesante. Por otro lado, pienso en lo que decía Cartier Bresson que hablaba del “momento decisivo”.

IN: ¿A qué mujeres artistas de la fotografía admiras?

I.W: Me siento atraída por las obras de Flavia Da Rin, Nicola Costantino, Mariana Alexander, especialmente, porque dialoga con mi forma de trabajo. Flavia reflexiona en sus imágenes acerca del cuerpo, la belleza, el consumo, etc. Siempre es protagonista de sus obras, disfrazada, travestida como mujer, niño, hombre, va pasando por distintas épocas y siempre es ella. Me recuerda a Nicola, que hace grandes homenajes y es siempre protagonista de sus fotos. Me gusta que Flavia cuestione lo que espera el hombre de una mujer bella, bella entre comillas. También es importante la obra de Mariana Alexander de la galería Oda, es una gran fotógrafa. Sus tomas son pictóricas y lleva a la naturaleza a la abstracción, con lo cual su obra dialogaría con la mía, ya que estoy en esa búsqueda, especialmente abstraer la naturaleza.

IN: Hiciste instalaciones fotográficas que pasaron a la historia, ¿qué te parece que le aportan a los espectadores?

I.W: Si, voy a recordar dos instalaciones que hice en distintas situaciones y en distintos espacios. Una en la galería Rubbers donde recree un ambiente primaveral y como dijo un crítico de una “exquisita sensualidad”. A lo largo de una pared las rosas eran rojas y en la pared de frente de color blanco y en el centro había una pérgola que la ideó y consensuamos con mi hija Sol Juárez, que es arquitecta. Dijimos 'vamos a llevar la sensualidad que transmiten las fotos de las flores a que las personas puedan experimentarlo con las mismas flores'. Hicimos la pérgola que colgaba del techo con las glicinas y en el centro también caía mucho verde, debajo de la pérgola pusimos un banco largo para que los espectadores se sentaran. Desde afuera, se veía la instalación que invitaba a entrar atraídos por la energía especial de las flores y la naturaleza. Al sentarse en pleno invierno debajo de la pérgola, los sentidos aceleraban la luz, la vibración, el olfato, te llevaban a otro lugar.

IN: ¿Y la de Mar del Plata con los barcos?

I.W: En el Hotel Provincial, ícono marplatense, creación del arquitecto Bustillo, estoy ornamentando y decorando salones enormes, allí tengo una instalación con barcos. Mis primeras fotos fueron en Mar de la Plata. La instalación la hice con fotos de los barcos soviéticos capturados por no tener permisos y hacer en nuestras costas una pesca ilegal y los traían a nuestras costas, cuando cayó la ex URSS, no volvió nadie a buscarlos.

Me dejé atrae por los ocres, lo que hice fue recortar y duplicar los barcos, tienen una repetición y a veces falta una parte. Siendo las piezas de un rompecabezas son partes montadas en tablitas de fibro fácil y a su vez unidas entre ellas por tanzas lo que les da un movimiento y esos barcos oxidados y sin vida recuperan su vida. Eso es vital para el espectador ya que es un  encuentro especial, porque no es el espacio plano con que habitualmente se miran las fotos, es un espacio que se ve y se vive de otra forma.

IN: ¿Cómo crees que tienen que leer tu obra?

I.W: Mis obras dejan una libertad absoluta al espectador al buscar la abstracción, detrás de ella se oculta ese misterio que busco, indago y deseo encontrar. Siempre hay un misterio, en lo que se esconde detrás de la naturaleza.

Eso me lleva a la libertad con respecto al espectador que lee mi obra con tanta libertad que frente a una abstracción uno puede ver una cosa y otro puede ver otra, cada día las fotos se van renovando con los espectadores. A mi me apasiona la abstracción, yo proyecto lo mio y quiero un dialogo con el  espectador. Cuando empecé hice reflejos en el agua, con los barcos, luego me quedé con los reflejos. Vengo de la fotografía analógica, eran negativos 35 mm o formato medio 6X6. Guardaba los rollos y me iba volando a hacerlos revelar.  Era otro proceso, lo analógico era muy lindo, no como ahora con lo digital, todo es rápido, “fotochopeado”, que está la foto retocada y a veces se pasan de esa técnica. Yo soy muy toma directa y ejercitaba la paciencia y cuando vi los primeros reflejos pensé 'estoy enloqueciendo', después empecé a verles formas, encontrar sentidos. Me sigue atrayendo sacar los reflejos en el agua aún en el borde de las veredas, voy por una vereda y encuentro agua, me pongo a sacar fotos  con mi celular y si es necesario vuelvo con la cámara. No es como lo figurativo, que no deja soñar, lo que uno está viendo y el otro no lo ve. Yo dejo con mis fotografías al espectador en completa libertad.

IN: ¿Sirven los críticos? Tenés fans, ¿cómo son?

I.W: Los críticos para mí son muy importantes. Cuando entre en la galería Rubbers aprendí mucho de su galerista Natalio Jorge Povarche. Recuerdo que me decía: “Inés no busques técnicas que no van con vos, tenés mucho adentro para decir y para sacar”. Fue para mí un Maestro. Había que pasar el examen para entrar en la galería: su mirada. Eso que me dijo no me lo olvidé jamás. Es divertido pero no se quienes son mis fans, ¡Tendré fans?.  Lo que puedo decir es que  a las fans que más conozco son mis hijas, son todas artistas, la familia es muy dura la familia en dar sus devoluciones, pero mis hijas son las primeras en ver mis fotos, y así después decido largarme a realizar la serie que quiero hacer o no.

IN: ¿Entre las obras de Dora Maar (1907/1997) y Annie Leibovitz con quién te quedas y por qué?

I.W: Me quedó con Dora, representativa del surrealismo, fue la musa y amante de Pablo Picasso y la mujer que llora. Es cierto que pasaba por tormentas y estallidos, Picasso era muy mujeriego, sin embargo compartieron la conciencia política. Además ella documentó el Guernica y hasta pintó algunos trazos.  Si bien era muy reconocida antes de Picasso, se la recuerda como que estuvo a la sombra del pintor. Era un enigma, un misterio, sin embargo era muy comprometida políticamente, era una mujer muy moderna, liberada sexualmente, vivió acá en Buenos Aires porque su padre era arquitecto. Su obra es muy interesante, esos misterios tienen una inquietante extrañeza de lo cotidiano. Cartier Bresson decía que Dora era una fotógrafa extraordinaria, con algo muy sobrecogedor, misterioso en su obra. Es muy interesante su estilo, especialmente la foto de la tela de araña, surrealista, onírica. Me quedo con las obras de Dora porque tienen eso que inquieta, no tan real como es el retrato de alguien.

IN: ¿Crees que la fotografía como arte te empoderó?

I.W: La fotografía es una pasión y me lleva a lugares increíbles de mí y donde me encuentro. Soy muy segura y convencida de lo que hago. No es que no tengo poder de autocritica, lo tengo también, pero no tanto porque tengo la mano de una musa inspiradora, no sé cómo llamarla, de una mirada que me lleva. Es como la ley de la atracción. Me atraen, me llaman. Eso como arte, me da fuerza.

IN: ¿Cómo construís tu identidad con tu arte?

I.W: Tengo una identidad como mujer sensible, como perteneciente y que vengo de la fotografía analógica, no soy para nada tecnológica. Creo que la tecnología tiene que estar al servicio de la obra y no a la inversa. Hoy pareciera que es bastante así. Creo que la técnica bien utilizada es interesante. Pero mi identidad la construyo con mi mirada, con lo que me atrae, con esa ley de la atracción, lo que es para mí me busca.

IN: ¿Y la relación arte/naturaleza?

I.W: Mi relación es absolutamente libre, empecé haciendo paisajes pero hoy en día no me atraen. De la naturaleza me atraen las texturas, lo que esconde, descubrir los misterios de la naturaleza.  Mi mirada de la naturaleza deja en libertad al espectador. El arte es hoy lo que nos lleva a otros mundos. Quisiera decir que pocas veces te pasa que vas una exposición y que veas alguna fotografía que te impacte, que no te deja igual, que te transforme, que te marque. Roland Barthes, hablaba sobre “el punctum”, si no hay flechazo para mi no ha hay obra. Las cosas que son para mí presionan hacia mi.

IN: En el verano, ¿qué consejos das para los amateurs para sacar fotos?

I.W: Hacer fotos turísticas como paisajistas, si se sienten atraídos por el paisaje, depende del lugar donde vayan, son las primeras fotos, todos empezamos por allí. Y quizás después el amateur llegue a descubrir que le gusta la fotografía y se compra una cámara.

 



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