OÍR MORTALES | Gira Contra todo pronóstico | Joaquín Sabina | Sabina en Buenos Aires

Gastado pero con la elegancia intacta, Sabina volvió a seducir

Con carisma y un amor inquebrantable por su público de esta parte del mundo, el cantautor español dio inicio a su escala argentina en el marco de la gira "Contra todo pronóstico", que tiene funciones agotadas en Buenos Aires, Córdoba y Rosario.

Joaquín Sabina en el Movistar Arena (Gentileza prensa)
Joaquín Sabina en el Movistar Arena (Gentileza prensa)

El miedo de que pueda convertirse en la última gira de Joaquín Sabina por la Argentina sobrevolaba el enorme domo del Movistar Arena de Villa Crespo. Minutos después de las 21 del lunes, el compositor no argentino que más canciones le dedicó a la ciudad de Buenos Aires estaba por ingresar al escenario y dar su primer concierto de los ocho que tiene agendados (6 en CABA, uno en Córdoba, cierre en Rosario) y de los que solo uno no agotó aún las localidades.

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El show que el nativo de Úbeda y madrileño por opción brindó en Buenos Aires arrancó con una ovación predecible, que consiguió conjugar en potentes segundos el cariño del público por la estrella, quien llegó a sus 74 años con la garganta cascada y las fuerzas reducidas luego de algunos golpes autoinflingidos y un desplome de un escenario (Madrid, 2020) que lo tuvo al borde del knock out.

Pero, a su modo, la rompió. Sentado la mayor parte del show pero con la elegancia incólume de caballero dark con venas pobladas de tabaco y demases, “Joaquinito” desplegó algunos de sus hits indestructibles, como por ejemplo el que abrió la velada, “Cuando era más joven” (de Juez y parte, 1985), una de esas listas que tan bien elabora y que, a modo de viaje al futuro, fue continuada por “Sintiéndolo mucho”, que integra la banda de sonido del flamante documental homónimo que retrata los últimos 15 años del músico y que por el momento permanece inédito en nuestro país.

El zigzageo entre cláscos y composiciones recientes continuó en la primera parte del concierto y la continuación inmediata fue con "Lo niego todo", canción que a siete años de haber salido al ruedo ya es un clásico con merecimiento de tal.

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Los sonetos es otra de las pasiones que Sabina ha desgranado a lo largo de su carrera y en los últimos tiempos sus recitados se volvieron más frecuentes. Y, tal como sucede con sus canciones, la voz cada día más aguardentosa del artista le sienta de maravillas.

Como en cada ocasión, "Con la frente marchita" fue el momento del beso en el romance entre el músico y el público. Su habitual declaración de amor por Buenos Aires ya la había disparado al comienzo, cuando agradeció la bienvenida remarcando su gira ya pasó por Bogotá, Costa Rica, Colombia y Perú pero que aquí, en la capital argentina, él se siente en su "segundo hogar". Por mensajes como este la comunición con el público permanece intacta, lo que hace que el momento en que suena el primer acorde, antes siquiera de "sentados en Corro, merendábamos besos y porros", el momento es inequívoco al son de una onomatopeya en común, sin grieta alguna: "uuuh", nuestro modo de decir "está tocando esa".

Después de "Llueve sobre mojado", el hit de Enemigos íntimos, aquel disco de fines de los 90 que hizo explotar la relación del cantautor con Fito Páez, parece estar ahí a modo de anuncio de que quizás su exsocio visite el escenario en alguna de las fechas. En este caso las partes de Fito las hizo el guitarrista Jaime Asua Abasolo, que inevitablemente hizo que se extrañara al rosarino.

Sabina tuvo su intermezzo y duró lo que dos canciones, a las que presentó haciendo alusión a que "todos los músicos de la banda cantan mejor que yo". Fue entonces el turno de salir del escenario y dejar a "Yo quiero ser una chica Almodóvar" en voz de la corista Tamara Barros, en versión semi bailada, casi en modo music hall; y a "La canción más hermosa del mundo", con la que se lució el tecladista Antonio de Diego, histórico compañero de aventuras.

Faltaban todavía algunos golazos históricos, como "19 días y 500 noches"; canción fetiche del disco homónimo (¿el mejor qu grabó?). Al cierre, "Princesa" levantó al público de inmediato, a base de rock simple, con un riff a cargo de antes mencionado Abasolo que redobló la potencia del sonido en vivo.

El grand finale, dos horas después del comienzo, fue con "Noches de boda" / "Y nos dieron las diez", y "Pastillas para no soñar", con las luces de sala encendidas para que desde el escenario se viera la efervescencia de las plateas y los pullman, que solo cesó cuando los artistas dejaron se despidieron rumbo a camarines.

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¿La última gira?

De lo que no dio cuenta Sabina en su primera noche del Movistar Arena fue de que esta vaya a ser la última visita a nuestro país con su caravana musical. Pese a que meses atrás aseguró en una entrevista que quería intentar "una última gira", y más allá de las dificultades físicas que enfrenta, parecería que el madrileño más porteño de todos va a querer probar de nuevo la salida al toro. ¡Y olé!

 



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