Heridas de guerra dentro del Frente de Todos: inflación y año electoral

"Yo les prometo que va a empezar otra guerra, la guerra contra la inflación en la Argentina. Vamos a terminar con los especuladores y vamos a poner las cosas en orden". Era 15 de marzo de 2022 y se inauguraban obras en la estación de Tortuguitas. El presidente Alberto Fernández hacía una promesa que no pudo cumplir: un año después la inflación acumulada superaba el 100%. 

Por su parte, dos días antes de que la selección argentina ganara el Mundial, el ministro de Economía, Sergio Massa, había dicho que "el objetivo es que la inflación llegue al 3% en abril" pero esto tampoco pudo cumplirse: la inflación de abril fue del 8,4%. Así se conoció horas atrás. 

El contexto político está signado por el pulso de un año electoral, un año de elección presidencial. Y fue, precisamente, Massa quien esta semana también dijo que al gobierno no le entra "un quilombo más" y que las listas se deben definir sin tanta rosca, que él mismo se proponía para ir por el sillón de Rivadavia pero, existen dudas de qué podría traccionar un ministro de Economía si el 40% del país está en la pobreza y la inflación parece estar indomable. 

De hecho, la crisis económica da pie para que algunas personas se permitan chicanear con el tema y por eso Martín Lousteau se le animó a la mismísima Cristina Fernández, quien le revoleó por la cabeza con la 125 (una política que el kirchnerismo abrazó bien fuerte pero que, aún así, cada vez que ella habla divirtiéndose un poco se viraliza y celebra por una gran cantidad de personas). ¿En qué lugar se encuentra la vicepresidenta hoy? Está siendo agitada en un operativo clamor de la militancia, quien insiste en que ella es la única candidata posible, que este año debe ir por su tercera presidencia. 

"No voy a ser candidata a nada", dijo en ese mensaje televisado cuando las causas judiciales avanzaron en su contra y denunciaron una proscripción. De hecho, en ese momento, ella enfatizó que no se trataba de un golpe contra su persona sino que era un ataque a todo el peronismo (algo que volvieron a decir esta semana cuando la Corte suprema suspendió las elecciones en Tucumán y San Juan). Luego llegaría el intento de magnicidio y un nuevo mensaje de "no se hagan los rulos". 

Pero todo un arco de dirigentes y militancia insiste con que ella no dijo claramente que no será candidata y enfatizan que es la única posibilidad de que la Argentina no quede en manos de la derecha (o la ultraderecha). La calle la está convocando: en la entrada a La Plata, por ejemplo, hay pintadas rockeras que rezan "Ella vendrá 2023" y en los barrios porteños hay carteles con ruleros dibujados que también hablan de lo mismo.

El Frente de Todos parece estar en pleno remolino de rosca y debate. Ella, al igual que cuando le cantó "vale cuatro" a Lousteu esta semana, se muestra tranquila, confiada, fuerte. ¿Será candidata? ¿Le dará el gusto a la militancia y enfrentará en las urnas al candidato macrista que quede (ya sea paloma o halcón)? ¿Le demostrará al libertario Javier Milei que no tiene miedo como él asegura? ¿O pedirá públicamente que apoyen a alguno de su riñón como Wado De Pedro?

Mientras el FdT define si va a las PASO con una sola lista o varias, mientras dialoga para llegar a un acuerdo, tanto desde izquierda como desde derecha se cuestiona la performance económica, una que -según el propio gobierno- es un problema por culpa de lo que dejó el macrismo, la pandemia y la guerra entre Rusia y Ucrania. Pero la guerra que prometió Alberto, esa contra la inflación, es la que ahora preocupa (no sólo porque la gente no llega a fin de mes sino porque, incluso, parece un ancla en tiempos electorales). 

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