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30 años de Cadena Perpetua y una celebración al punk rock

La sinopsis podría decir que la historia se trata de unos amigos que se juntan para hacer canciones punk y no se separan más. No suenan en la radio ni aparecen en los principales medios. No hacen campañas de prensa pero aún así su público sabe dónde y cuándo encontrarlos. La sinopsis dirá que son una banda de punk rock.

Las remeras rockeras son siempre un relato en sí y este sábaado 5 de noviembre contaron una historia en Obras. Había unas cuantas de Die Toten Hosen y estimamos que serían personas que volvieron al llamado "templo del rock" en cuestión de días porque habrán estado en alguna de las dos fechas agotadas de la banda alemana. También había unas cuantas ramoneras, alguna que otra de Social Distorsion (quizás originales de los 90s y todo), unas pocas de Nirvana y muchas diferentes de Cadena Perpetua. Era lógico, claro, si estábamos en presencia de una gran celebración de la banda integrada por Hernán Valente (aka Vala), Damián Biscotti (aka Chino) y Eduardo Graziadei. 

"Since 1990" rezaban muchas de esas remeras que veníamos entre las miles de personas que llenaron uno de los estadiois techados más legendarios de los barrios porteños. Y esa era la razón de estar ahí en reunión: los 30 años de Cadena Perpetua (que seguramente se pudieron haber festejado antes pero la pandemia retrasó todo, como es de público conocimiento). 

El campo estaba agotado -y era algo que la banda había avisado en sus redes sociales-, quedaban algunos lugares en las populares y plateas altas. Allí fueron sus familias y compinches de escena del punk rock. Algunos de esos proyectos que acompañaron el camino de Cadena tuvieron la suerte de abrir la noche: Lash Out y Loquero calentaron la previa, luego del paso de 13 -un grupo armado por Santiago Almeida (aka Sam), quien es la otra guitarra de Cadena y por ello se subiría a tocar la mitad de la lista de canciones cuando la celebración de Cadena arrancara con su plato principal. 

El punk además de ser ese género musical de sonidos crudos, fuertes, rápidos es, por sobre todas las cosas, una expresión de contracultura. Todo eso es lo que define a Cadena: la guitarra bien fuerte, el bajo como pulso y la batería siempre a tiempo; las voces fuertes y claras escupiendo un mensaje fuerte y claro, también. 

En tres décadas muchas cosas cambian hacia adentro y también afuera de la banda pero en los pocos momentos que Vala decide hablarle a la gente aclara que si hay algo que se mantiene es la amistad entre ellos y el vínculo que construyeron mediante las canciones. 

En la lista mezclan temas de distintas épocas y si bien suman visuales propias para cada uno de ellos, el escenario está limpio: son ellos tres (o cuatro con Sam), los equipos e instrumentos. Las luces juegan un poco, nos encandilan como si fueran focos de un camión que nos está por chocar de frente. El campo está repleto y está saltando. Toda la noche saltando. Las dos horas de canciones saltando (y cantando). Toda una gran masa de gente exorcizando sus males un sábado por la noche.

"Gracias por estar acá. Vinieron porque son parte de nosotros, también. No vinieron empujados por la radio o la televisión", enfatiza Vala, emocionado. Es verdad: la gente está ahí porque siente que las letras de las canciones (en contra del sistema y sobre distintos males que sufre la clase trabajadora) hablan de ellos y ellas. Edu levanta y muestra cada uno de los trapos que le tiran desde abajo porque es parte del folklore del rock, tal así como el mosh infaltable en los recitales de Cadena que, como siempre, nos dan exactamente eso que vamos a buscar. 

 

 

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