Por Andrés Manrique
Mi amigo Mex cuenta en clave humorística la entrevista que un escritor (Marcelo Chirinos) le hace a un actor (Mex Urtizberea) para escribir su biografía. La entrevista será un fiasco y el escritor no sabrá cómo comenzar a interesarse. Poco o nada de lo que cuente su biografiado tendrá importancia. Será recién después de probar algunos giros, como el encuentro desopilante entre Lennon y Perón, cuando la historia del escritor cobre el relieve que no tiene la de su entrevistado.
¿De qué te reís? La pregunta disfrazada de incomprensión suele traer la frustración y el desencanto como el sello impreso al dorso, con lote y vencimiento, de un sachet de mayonesa. Cuando la risa fácil es considerada sinónimo de estupidez o de falta de ideas, las posibilidades de reír con otros disminuyen, y llega un punto en el que apenas se consigue disimular el rictus de amargura y desgano. Algo así, o dicho más en bruto: la incapacidad de relajarse ante una obra de teatro que, en buena medida, se burla de la alienación del artista que goza de reconocimiento, y se ha vuelto popular, pero que en la intimidad es apenas el portador de un nombre.
De los dos primeros actos, salvo unos pasajes de música que llegan con alguna reminiscencia de Albert Pla o con algún lejano parentesco de Leo Maslíah, no ocurre gran cosa. Y no pasa mucho porque a los fines dramáticos no tiene que pasar más. Pero todo esto se entenderá después, porque Mex parece haberse puesto por delante la ciclópea tarea de hacer que nada pase, de contar con el cuerpo todo lo que a su personaje no le sucedió. Y ese vacío, matizado por la nadería absurda y tierna muy a la Mex, es el que la historia del biógrafo, interpretado por un ajustado Marcelo Chirinos, irá llenando.
Tras el perfil ego-maníaco que demuestra el artista, con esa ejemplar falta de registro del otro, discapacitado para la comunicación o el intercambio, la historia del biógrafo comienza a afectarlo, como si se le fuera escurriendo por los entresijos de la extraña ternura que expone el actor, más allá de su pedantería hilarante. Entonces la risa, agazapada al fondo, irá despertando ante las pequeñas reacciones de los actores, casi desacompasadas, que empezarán a apretar los resortes del humor.
En Mi amigo Mex, el humor se arrimará más que en lo que se dice, en el modo en que el actor conteste a través de respuestas oblicuas y físicas la información que su biógrafo necesita, pero que Mex no puede proveer. Y no porque la tenga clara, esté de vuelta, o su subjetividad o realismo sean tan sólidos como para tolerar que Beethoven juega en la "A" mientras él está al final de una "C", dentro de las categorías de importancia de los biografiados -según criterios editoriales, como bien le aclara el escritor-. No, el problema es que Mex no responde porque no puede escucharlo, como si en la faz de la tierra no existiesen otros seres humanos. Serán las reacciones que saque del costado más clownesco las que motiven sus mejores momentos, mientras el biógrafo tímido vaya revelando anécdotas, casi sin querer. Porque en la vida del biógrafo algo más empezará a hablar: la historia de un siglo atravesado por los movimientos migratorios, la guerra fría, el espionaje, el exilio político. En esa inversión paulatina y suave cobrará más relevancia la vida del escritor que la del biografiado: un juego de cazador cazado; inversión propia del género de la comedia de las artes.
Inducir tristeza, amor, enojo, odio, temor o dolor son tareas complejas, ya se sabe. Ninguna tanto como el humor. Provocar el humor es, por lejos, la materia más arriesgada y sutil del arte. Pero a esta altura el destornillador ya habrá aflojado una por una, durante los tres primeros actos, todas las butacas de la sala que ahora parecen unidas por las cuerdas de un contrabajo que Marcelo y Mex pulsan con precisa inocencia. Y las risas sacudirán todo el auditorio. Entonces será posible volver a sentirse parte de algo más grande: de un público que comparte un show de humor, sintiendo cada cual a su propio paso.
Mi amigo Mex -Todos los viernes a las 20.00.
Sala Pablo Picasso - Paseo La Plaza - Av. Corrientes 1660.
Duración: 60 minutos
FICHA TÉCNICO-ARTÍSTICA
Actúan: Mex Urtizberea - Marcelo Chirinos
Dirige: Ignacio Sánchez Mestre
Asiste en dirección: Gerardo Delelisi
Produce: Juliana Orcaizaguirre
Ilumina: Facundo David
Adapta: Leandro Orellano
Escenografía: Inés García
El diseño gráfico: Carola Tana
Musicaliza: Hernán Segret
Coreografía: Flor Piterman
Comunica y hace la prensa: Mutuverría PR
El texto es de: Mex Urtizberea, Marcelo Chirinos, Gerardo Delelisi, Ignacio
Sánchez Mestre
Colabora en autoría: Pedro Saborido