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Tragedia en Brasil: al menos 66 muertos y 101 desaparecidos por inundaciones

Ocurrió en el estado sureño de Río Grande do Sul limítrofe con Argentina y Uruguay. Más de 80.000 personas fueron desalojadas de sus viviendas. Unas 15.000 se encuentran en refugios, mientras otras tantas esperan por las patrullas de rescate en sus casas, completamente aislados.

El estado brasileño de Rio Grande do Sul se enfrenta a una tragedia de proporciones épicas, con 66 muertes y 80.000 desplazados debido a las inundaciones, según las autoridades. Las imágenes de las calles inundadas y la moderna Porto Alegre, la capital, sumergida bajo el agua, son desgarradoras. A pesar de las lluvias intermitentes este domingo, las aguas siguen avanzando sobre la metrópoli.

El río Guaíba, que atraviesa la ciudad, alcanzó un nivel de 5,30 metros, superando el récord anterior de 4,76 metros establecido durante las inundaciones históricas de 1941, según la alcaldía. 

La Defensa Civil informa que hay 15.000 personas en refugios y más de un millón de hogares sin agua en la región. La destrucción es incalculable. Rosana Custodio, una enfermera de 37 años, es una de las miles de víctimas del desastre. Fue obligada a abandonar su casa en Porto Alegre debido a la inundación y desde entonces vive una pesadilla. “El jueves sobre la medianoche las aguas comenzaron a subir muy rápido. (…) En la desesperación salimos en busca de un lugar más seguro. No podíamos caminar. (…) Mi esposo puso a mis dos pequeñas en un kayak y remó con una (caña) tacuara. Mi hijo y yo nadamos hasta el final de la calle y comenzamos a caminar con el agua al cuello”, relató a AFP.

El gobernador Eduardo Leite, que recibirá al presidente Luiz Inácio Lula da Silva por segunda vez desde que se declaró la tragedia, describió la situación como “dramática” y “absolutamente sin precedentes”. El ministro de Comunicación de la Presidencia, Paulo Pimenta, dijo que el domingo “será un día clave para los rescates”.

El estado necesitará una especie de “Plan Marshall” para su reconstrucción, según el gobernador Leite. Pero eso será después de que las aguas bajen y las lluvias cesen. Ahora, la preocupación es por el suministro de alimentos y la continuidad de la cadena productiva en este estado agrícola, el quinto PIB de Brasil y uno de los más prósperos del país. El alcalde de Porto Alegre, Sebastiao Melo, instó a la población a racionar el agua, después de que cuatro de las seis plantas de tratamiento de la ciudad tuvieron que ser cerradas.

La excepcional situación ha dejado a Porto Alegre prácticamente sitiada. El acceso desde el sur está bloqueado a unos 15 km de distancia, mientras que por el norte aún se puede llegar a la ciudad. El aeropuerto internacional de Porto Alegre suspendió sus operaciones el viernes por tiempo indeterminado. La electricidad también está cortándose en algunas zonas.

El número de desaparecidos está aumentando, con 101 personas desaparecidas y 155 heridos. Sin embargo, el aislamiento de algunos municipios hace temer cifras aún más trágicas. El desastre ha obligado a 80.500 personas a abandonar sus hogares, según el último informe de Defensa Civil el domingo. Desde el Vaticano, el Papa elevó sus “plegarias para la población del estado de Rio Grande do Sul en Brasil, golpeado por grandes inundaciones. El señor tiene en su corazón a los difuntos, conforta a los familiares y a quienes debieron dejar sus casas”, señaló el pontífice.

El climatólogo brasileño Francisco Eliseu Aquino atribuyó la tragedia al “cóctel desastroso” del cambio climático y el fenómeno meteorológico de El Niño que favoreció las devastadoras lluvias que azotan el sur de Brasil y otros eventos extremos. Porto Alegre, una ciudad fundada por inmigrantes portugueses en 1772 y situada en medio de una enorme cuenca hidrográfica, se desarrolló gracias a su puerto, que fue clave para el crecimiento de Brasil, según la web de la Corporación Andina de Fomento (CAF). Hoy esa bendición se ha convertido en una maldición.



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